La hipertensión, la hiperglucemia en ayunas (medida como el nivel de glucosa en plasma en ayunas) y el sobrepeso o la obesidad son los tres factores de riesgo más asociados con la mortalidad en la Región de las Américas, según indica la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Gran parte de la solución consiste en la aplicación de leyes y regulaciones que reduzcan la demanda y la oferta de productos que contienen cantidades excesivas de nutrientes críticos, afirma.

PREVENCIÓN

Uno de los instrumentos clave de política para regular esos productos con el objeto de prevenir el desequilibrio en la alimentación es la utilización de etiquetas en el frente del envase que indiquen a los consumidores que el producto contiene cantidades excesivas de azúcares, grasas totales, grasas saturadas, grasas trans y sodio.

El modelo de perfil de nutrientes de la OPS permite identificar productos que deben contener advertencias en el frente de los envases por su contenido excesivo de nutrientes críticos que pueden afectar la salud.

IMPORTANCIA

El etiquetado nutricional frontal tiene la función de ofrecer información clara y fácil de entender sobre el contenido nutricional de los productos, destacando elementos como calorías, azúcares y grasas”, explica Brayant Worrell, Nutricionista Clínico del Hospital Paitilla.

El especialista afirma que su principal objetivo es ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas al momento de sus compras, facilitando la elección de productos más saludables.

Más allá del aspecto comercial, el etiquetado frontal también juega un papel clave en la promoción de hábitos alimenticios sanos, lo que puede contribuir a reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles en la población, como la obesidad y la diabetes”.

ELEMENTOS CRUCIALES

Un etiquetado frontal eficaz debería incluir, en primer lugar, el contenido calórico total del producto para ayudar al consumidor a gestionar su ingesta diaria. También debe señalar nutrientes críticos, como sodio, grasas saturadas, azúcares añadidas y edulcorantes artificiales, que son clave para la salud pública.

Es fundamental que la información corresponda a la porción específica del producto o al contenido total para que el consumidor tenga una idea precisa del impacto nutricional”.

Además, símbolos y sellos (como semáforos de color o advertencias negras) permiten resaltar las concentraciones de nutrientes críticos, facilitando la comparación entre productos y alertando sobre posibles excesos de azúcares, grasas o sodio, en función de las recomendaciones diarias.

Otros elementos destacados, como ingredientes relevantes, alérgenos, aditivos y conservantes, también deberían incluirse para ofrecer una visión completa al consumidor, según el experto. “Esta práctica tiene el potencial de cambiar la percepción de los consumidores, ayudándoles a seleccionar alimentos que favorezcan su bienestar nutricional y a distinguir los beneficios reales de cada producto, más allá del impacto de la publicidad y el mercadeo”, concluye.

BUENAS PRÁCTICAS:

• El etiquetado frontal es un avance significativo en salud pública, ya que permite a los consumidores tomar decisiones informadas al elegir sus alimentos, impactando en la reducción de riesgos asociados con los hábitos alimenticios, como la diabetes, la obesidad y la hipertensión.

• Además, promueve la transparencia entre la industria y el consumidor, generando confianza en los productos al hacer visible su composición. Fuente: Brayant Worrell, Nutricionista Clínico del Hospital Paitilla.

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