Junio llega con su alegría y celebraciones, y en especial con el Día del Padre, una oportunidad para rendir homenaje a aquellos hombres que, con amor, dedicación y valores, dejan una huella imborrable en nuestras vidas. Pero más allá de los regalos materiales, quiero compartir una reflexión sobre el verdadero patrimonio que nuestros padres nos entregan: aquel que trasciende lo tangible y se convierte en una guía, un ejemplo y un legado de amor.

Como hija de Juan Antonio Guizado Morales, puedo decir con orgullo que mi papá no solo cuidó de su patrimonio material, sino que, sobre todo, sembró en nosotras —sus tres hijas— un patrimonio de valores, respeto y amor. Él nos enseñó que el verdadero legado no reside en bienes que se pueden heredar en lo material, sino en las lecciones que nos dejan los padres: la honestidad, el esfuerzo, la paciencia y el amor incondicional.

Mi papá siempre se preocupó porque sus hijas estuviésemos bien, no solo en lo material, sino en lo emocional y en nuestro carácter. Nos enseñó que el patrimonio más valioso es aquel que se construye con tiempo y dedicación, que se cultiva día a día y que deja una huella en nuestro modo de ser.

Para él, nuestro nombre y nuestro carácter eran los mayores tesoros que podía dejar en nosotras. En este mes de celebración, quiero agradecerle públicamente por el patrimonio que me entregó: una guía de vida basada en el amor, la honestidad y el respeto. Ese legado me ha acompañado en todos los pasos de mi vida, en mi familia, en mi carrera y en mis decisiones. Y como él siempre decía, “el único patrimonio que te dejaré para siempre es tu nombre”, porque en él se reflejan todos los valores que cultivamos en nuestro corazón. Este legado también me ha inspirado a reflexionar sobre la importancia de cuidar lo que heredamos, tanto material como espiritualmente.

Si bien en el mundo actual buscamos proteger nuestros bienes, también debemos valorar y transmitir ese patrimonio intangible que nos hace seres humanos íntegros y felices. Quiero aprovechar también para felicitar en este mes del padre al papá de mi hija, Daniela, por ser una buena persona y preocuparse sinceramente por sus necesidades, como también por las de su otra hija, Andrea. Los hombres y mujeres nunca aprendemos del todo cómo ser padres, y muchas veces podemos diferir en muchas cosas, pero hacemos lo mejor que podemos con lo que nos enseñaron. Podemos tener negocios, éxitos en lo que hacemos, pero es fundamental recordar que somos humanos, que nos equivocamos constantemente.

Como siempre digo en todas mis entrevistas, no hay un manual de instrucciones para estas cosas, y espero que mi hija, Daniela, también recuerde eso cuando sea adulta y en cualquier etapa de su vida. Gracias, Eduardo, por ser parte de esa historia.

MARISOL GUIZADO
CEO DE PANAMÁ EN POSITIVO
COFOUNDER MUJER + PANAMÁ
mguizado@panamaenpositivo.com