Hay palabras que utilizas a diario y que, sin saberlo, tienen implicaciones profundas para el bienestar individual y colectivo. Algunas dan poder, mientras otras te llenan de inseguridad y paralizan las oportunidades. Esas palabras que profieres no son simples sonidos, sino poderosos comandos que programan tu mente, moldean tu realidad y determinan tu destino.

Según Sapir-Whorf, el lenguaje influye en el pensamiento; mientras que la teoría de J. L. Austin, posteriormente refinada por John Searle, argumenta que el lenguaje no solo describe la realidad, sino que también la crea.

Esta perspectiva es crucial para entender cómo las palabras «tóxicas» tienen efectos reales en el mundo y en las relaciones interpersonales. Poseen un enorme poder en nuestro cerebro y pueden potenciar nuestro desempeño o bien, al contrario, limitar nuestros resultados. Aquí te presento las que más utilizamos.

1. INTENTAR. Es fácil decir que vas a «intentar» algo, pero, a la hora de la verdad, hay una gran diferencia entre «intentar» algo y «hacerlo» realmente. La palabra «intentar» no tiene ningún poder, esconde la certeza de que no se hará. Si en verdad hubiera intenciones de hacerlo, la respuesta sería «lo haré». Así que sustituye «lo intentaré» por «lo haré», e «intentaré llamarte» por «te llamaré».

2. ESPERAR. Otra palabra que no induce confianza es «esperar». Aunque la esperanza es algo positivo y, por lo menos, es mejor que nada, no es una palabra efectiva, porque no implica acción. La palabra «esperar» supone justamente una falta de acción. Ejemplo: «Espero que las cosas mejoren», «espero que la situación se resuelva». Compara estas frases con las siguientes: «voy a tomar acción y voy a hacer que las cosas sucedan». «Voy a hacer que mi situación mejore». Esperar que algo suceda es totalmente reactivo. Sin embargo, tomar acción para transformar algo positivamente es algo proactivo.

3. PERO. La palabra «pero» borra todo lo que aparezca en la frase que la precede. Veamos un ejemplo: «quiero leer un rato, pero tengo mucho que hacer». En este ejemplo, te darás cuenta de que la persona que haya pronunciado esta frase no leerá. Cuando aparece la palabra «pero», resulta claro que lo que se ha dicho con anterioridad no llegará a realizarse. Si en el ejemplo anterior cambiamos el orden de la frase, verás mucho más claramente el efecto negador de la palabra «pero». «Tengo mucho que hacer, pero quiero leer un rato». ¿Verdad que ahora lo que resulta claro es que, a pesar de lo que tiene que hacer, leerá un rato?

4. DESEAR.
Qué fácil resulta desear. Todo el mundo tiene deseos y quiere convertirlos en realidad. «Desear» es fácil de decir, pero jamás te llevará a grandes resultados. Es la acción, y solo la acción, la que transformará sus sueños en realidades. Así, pues, trata de eliminar la palabra «desear» de tu vocabulario. En vez de decir «deseo ganar 15 000 dólares», expresa «tengo el objetivo de ganar 15 000 dólares y voy a emprender acciones para trabajar y lograrlo».

¿QUÉ HACER?

1. Elimina expresiones como «dudo», «trato», «no creoque», «no tengo el tiempo», «tal vez», «tengo miedo de», «no creo que». Son tóxicas.

2. Reemplázalas por otras como «yo puedo», «lo haré», «espero lo mejor», «me comprometo», «voy a hacer el tiempo», «positivamente», «confío», «todas las cosas son posibles». Como ves, puedes cambiar el curso de tu vida con tus palabras. Elimina toda palabra tóxica de tu vocabulario y sustitúyela por las alternativas de «poder», y te sorprenderán los increíbles resultados que comenzarás a cosechar.

AZAEL PITTI
CONSULTOR Y CONFERENCISTA
azaelpittibatista@gmail.com
@azaelpitti_training