EDUARDO SOTO PIMENTEL
Para Eduardo Antonio Soto Pimentel, Comunicador Católico y Director de Radio Hogar, hay un momento que define todo lo que representó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Panamá 2019: la llegada del Papa Francisco.
No fue solo una visita histórica, “fue una masterclass en gestión de crisis, resiliencia colectiva y construcción de marca país”, asegura. Aquella mañana, el país enfrentaba lo que él describe como una “tormenta perfecta”: problemas logísticos, identificaciones pendientes, seguridad desbordada y un flujo de caja crítico, pero todo cambió cuando el Papa descendió del avión. “Fue como si el país se hubiera sincronizado en un propósito superior.
Taxis gratis, delincuencia en cero, recursos reasignados en tiempo récord. Panamá operó como una corporación de clase mundial con alma caribeña”, recuerda con asombro. Para Soto, ese instante confirmó algo más grande: que Dios se manifiesta en la capacidad colectiva de responder con ingenio, generosidad y propósito común.
HUB MEDIÁTICO
Reconoce que la JMJ revitalizó la espiritualidad de los jóvenes panameños y redefinió el rol de los medios católicos. “Muchos jóvenes tradujeron la fe en alianzas concretas, proyectos académicos y empresariales. Conocieron realidades como la de Haití o Cuba, no con lástima, sino con admiración”.
En el ámbito mediático, la JMJ también dejó una huella imborrable. “Se ejecutó una operación que rivaliza con cumbres tecnológicas globales. Fueron 15 satélites, 8 estudios móviles y 1200 voluntarios políglotas que transmitieron en 12 idiomas, incluyendo dialectos indígenas”, detalla.
La verdadera revolución, sin embargo, fue la unificación de los medios nacionales. “Panamá demostró que puede ser un hub mediático global”.
ÚLTIMO ENCUENTRO
Soto participó recientemente en el Jubileo de la Comunicación en Roma, en el que escuchó al Papa Francisco advertir sobre los peligros que enfrenta la verdad en la era digital. “Fue una última oportunidad para estrecharle la mano”.
El Pontífice, tres meses antes de su partida física, advirtió que “la verdad se ha quedado sin defensores… y si los medios católicos no tejemos redes globales de verificación, quedamos a merced de algoritmos que priorizan el caos”.
También alertó sobre la colonización ideológica de los medios masivos y el uso extractivista de la inteligencia artificial. Como alternativa, propuso construir alianzas “glocales” entre medios eclesiales y comunidades de base. Soto citó como ejemplo la red Signis-Aleteia, que verifica noticias en 45 idiomas y utiliza blockchain para garantizar la trazabilidad. “La tecnología no es el problema.
El reto es humanizarla desde la ética”. Uno de los mensajes que más lo marcó fue el llamado a la humildad: “El comunicador católico no es una estrella; es un servidor que lava los pies con palabras”. En un mundo dominado por influencers, likes y protagonismo, esta es una invitación urgente a priorizar el testimonio por encima del ego.
Para concluir, el comunicador compartió palabras del Arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta durante la misa de sufragio por el alma del Santo Padre Francisco, e indicó: “La Iglesia no se acaba con la muerte de un papa. Los medios deben encarnar esta verdad siendo espacios donde divergencias políticas, culturales o generacionales dialoguen sin diluir la fe”.